El secado del chile es un procedimiento que se realiza desde hace siglos y era practicado por las culturas mesoamericanas. El fin del secado era preservar el ingrediente por diversos motivos. El primero, para utilizarlo como alimento en las largas campañas de guerra y conquista. El segundo, para ser consumido en periodos de escases.
Actualmente existen dos métodos para secar el chile. La forma industrial y la forma artesanal. En la primera, se utilizan hornos secadores en donde el chile debe de permanecer por al rededor de 30 horas a una temperatura de 70 grados centígrados. El resultado es un chile totalmente deshidratado en un tiempo corto. La forma artesanal, por el contrario, requiere aproximadamente 15 días, en los cuales el chile debe reposar bajo el sol, sobre una superficie de tela, petate, o paja. Diariamente hay que girarlo para que todas las caras del chile puedan ser expuestas al sol.
Los procesos de secado influyen en el sabor y las características físicas del chile, hay quien afirma que el sabor es distinto como resultado de cada uno de estos procesos. Sin embargo, en nuestro país la demanda es tan elevada que sería imposible satisfacerla utilizando métodos artesanales. Así que la próxima vez que compres chile seco, recuerda el complejo proceso que tuvo que seguir para poder llegar a tu mesa. Desde la cosecha, el secado, el empacado, la transportación y finalmente la preparación.
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